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UNA RENUNCIA ANUNCIADA

agosto10

Mi renuncia a mi último trabajo, el mes pasado, ha sido producto de dos temas:
1°- Monetario
Este rubro nunca ha pagado buenos sueldos ni menos los mantiene estandarizados, a igual cargo hay diferentes sueldos, dependiendo, supongo, del humor de los jefes en el momento de la contratación y a la probable urgencia del momento para encontrar a alguien para el puesto. El caso es que los sueldos alcanzaban hasta antes de la pandemia, pero todo subió.

Si ven mi curriculum pongo que yo estudié administración de Pymes por allá por los 90′. Yo en esa época tenía un taller, 5 empleados y también talleres externos que también trabajaban para mí. Económicamente estaba bien, pero llegó Aylwin, se abrieron los mercados y llegó mercadería extranjera que, puesta en Chile, costaba menos que el material base para confeccionar la prenda, y sin contar los demás gastos, los sueldos, la amortización, etc. Rápidamente tomé un curso y aprendí dos cosas importantísimas: primero que había que cerrar el negocio a la brevedad, para así tener la oportunidad de deshacerme a buen precio de la maquinaria (fue una sabia decisión); y segundo aprendí a llevar las cuentas en un flujo de caja, separando los dineros de la empresa de mi propio sueldo, algo tan básico y necesario pero tan desconocido en muchos de quienes empezamos un negocio.

El caso es que tras quebrar mi taller, ese flujo de caja lo he seguido llevando, pero para mi vida privada (y ya llevó 30 años haciéndolo a diario), primero en papel y ahora en un programa que me fabriqué para ello, así sé cuanto dinero tengo en cada cuenta, cuanto puedo gastar, etc. Me ordenó la vida. Y cuando vi que un panel de madera en Masisa que costaba antes de la pandemia 23.500 pesos y ahora cobraban 38.500 y notando que ya todo había subido, fui entonces a mis archivos y revisé cuanto gastaba en alimentación antes de la pandemia y lo comparé con cuanto gastaba ahora. Me sorprendió: yo, que vivo sólo, antes gastaba un promedio de 107.000 pesos mensuales sólo en alimentación, y ahora, sin cambiar la dieta, estoy gastando 210.000 pesos cada mes. Casi un 100 por ciento más. El sueldo ya no alcanza, todo subió, alimentación, combustible, arriendo… TODO.

Y bueno, ya no estamos con Covid, que fue la excusa para subir precios, y la madera de Masisa tampoco la traen de Ucrania… pero dejaré esto hasta aquí, no voy a introducirme en temas de política en este blog.

2°- Decepción

El segundo problema que me ha hecho renunciar es decepción, decepción con la empresa y conmigo mismo. Conmigo mismo porque llevo años haciendo páginas web y arreglando computadores para rellenar el sueldo, pero a la vez regalando esos mismos conocimientos en este rubro de los radio taxis.

Y decepcionado con el radio taxi en que estaba: En dos años probamos cuatro programas de gestión de flota: uno de cuyo nombre ni me acuerdo, otro llamado «Aqui Voy» (que desde que lo conocí la primera vez sigue siendo un desastre, y además caro), «TaxiCaller» (con excelente soporte y muy completo), y «Autocab» (por lejos el más robusto y completo de todo programa que yo haya conocido hasta hoy).

(Autocab me ha ofrecido trabajo, gracias a mis conocimientos, pero lo he desechado por temas que no van al caso señalar aquí)

En el sólo caso de Autocab, lo estuvimos practicando (yo ya lo conocía) durante 6 meses, sí, ¡SEIS MESES!, para que al final le diéramos la misma respuesta que a todos los anteriores programas: «No lo vamos a implementar, no nos sirve«

Las excusas para decir que «no nos gustó» fueron del tipo: «La facturación es más complicada», «El programa que usamos tiene tal columna y Autocab no«, etc. El caso es que el programa sí sirve, por algo se usa en muchos radio taxis, y es tan completo que era un absurdo que, a igual costo, prefiriésemos no cambiarnos. El problema de fondo fue que los jefes no entendieran de que un programa nuevo no tiene por qué ser igual al anterior, si quieren que sea igual al anterior, entonces quédense con el anterior. A la hora de buscar un programa nuevo es de perogrullo entender que no será igual, por lo que se debe poner en una balanza los pro y los contra, y asumir que habrá sacrificios en alguna parte, pero que los beneficios totales son lo que hacen que valga la pena.

Al final optamos por sólo implementar un upgrade del programa que ya usábamos, pero volvió a pasar lo mismo, el programa era el mismo e igual a lo que ya usábamos, pero aparecieron: «Le falta una columna«, «Le faltan filas«, «La letra es muy pequeña«… excusas, que yo las interpreté como un simple: «jefe, no nos haga cambios, estamos acostumbrados al programa antiguo, no nos complique la vida«. Y lo digo con conocimiento porque sin la columna que señalaban igual se podía trabajar, las filas que faltaban estaban en la página siguiente, el tamaño de la letra ya se había explicado que se agrandaba apretando una tecla…

Y cuando expliqué a la jefatura la lectura que yo estaba haciendo en las negativas, pues no encontraron mejor idea que volver a preguntar que otras cosas querían que se cambiasen al upgrade programa (si pudiera insertaría un face palm aquí). Cierro contando que este mismo problema lo han tenido otros radio taxis y que la solución instantánea que encontró uno de ellos fue despedir a todos y contratar gente joven, gente joven que se maneja en computación porque se enseña en los colegios desde la década de los 90. Y problema solucionado.

En mi siguiente publicación hablaré del tema de la edad y su directa relación con el tema de implementar cambios que son necesarios. Les enseñaré, con ejemplos reales, que lo que digo es un problema también real.

Ricardo González

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TAXIS AUTÓNOMOS (2)

diciembre15

Sigamos hablando de los taxis y coches autónomos:

  • Con ellos disminuirán los tacos. Gracias a la conexión a internet estos elegirán las rutas más expeditas y rápidas.
  • Los taxis serán compartidos, lo que abaratará aún más el costo al pasajero.
  • Ya no será rentable tener un auto propio, será más rápido y eficiente pedir un taxi, aunque sea compartido. Dejar de tener auto propio y empezar a usar los taxis compartidos significará un ahorro del 70 por ciento para cada pasajero, en comparación a lo que gastaba en su auto en combustible, amortización, permisos, patentes, seguros, etc.
  • El dueño de los taxis no sólo generará ganancias por el traslado de los pasajeros, los expertos también ven 30 oportunidades de ingreso extras, pasando por la simple venta de espacio para propaganda dentro del vehículo hasta la venta de datos de los usuarios que usarán su flota. De hecho las cifras de ganancias que se manejan son gigantescas y no por nada sólo en California, EEUU, hay 60 empresas dedicadas a crear sus propias flotas de vehículos autónomos. El primero en lograr el vehículo óptimo se lleva el gordo de la lotería.
  • Los accidentes disminuirán en un 80 por ciento, aunque no se acabarán por completo, pero todos aquellos accidentes debidos a distracciones o por fallas humanas sí desaparecerán.

Hasta ahora hemos visto lo positivo, pero ¿qué pasa con lo negativo de este cambio? (y aquí nos toca).

  • Como puntos negativos tenemos a países como Venezuela que ya no recibirán sus ingresos habituales por exportar petróleo, en vista a que los coches autónomos vienen de la mano de motores eléctricos y baterías.
  • Y el punto negativo más importante: el remezón que se nos viene a los empresarios actuales del rubro de radio-taxis.

Una cosa es el remezón de que los conductores ya no sean necesarios y que irán desapareciendo en un corto plazo, pero además hay que hacer notar que en el mercado sólo quedará la empresa que tenga el capital para poder comprar e invertir en estos coches. El costo inicial no es sólo el coche, es también la tecnología que habrá que incorporar a las centrales de despacho.

Si bien los call-center de los radio taxis, y sus telefonistas, son llamados a desaparecer, ya que los vehículos se pedirán por celulares y computadoras en el futuro bastará con una sola persona recibiendo llamadas por otros asuntos anexos, y para toda esta transición se deberá adquirir nuevo software que maneje todos los informes y parámetros que mandarán a la central los móviles en la calle, en ese sentido nuestro actual locutor/telefonista deberá pasar a ser una persona con amplios conocimientos informáticos y rapidez en el teclado.

Sea personal interno, externo o bien que lo aporte la empresa que instale los software en la central, lo cierto es que para esta nueva tecnología se necesitarán técnicos en áreas de la informática como la actual domótica (cuyos software y hardware son muy parecidos), y también gente con conocimientos en redes.

Los gastos en mantención tanto en la parte mecánica como de los sensores del vehículo es un punto por donde inicialmente comenzarán a escapar parte de las ganancias, pues en un inicio será algo caro, aunque no imposible de pagar. Hay que considerar que serán coches que trabajarán las 24 horas, verdaderos robots, con descansos en las centrales sólo para cargar las celdas de la baterías, limpieza interior y exterior, revisión de los informes del computador de a bordo, etc. El desgaste del vehículo será el doble de ahora, pero también subirán las ganancias.

Así que la tarea que se viene a los dueños de radio taxis actuales es ver como se hará para poder seguir compitiendo con lo que se viene. ¿Será suficiente un lobby en el gobierno para que impida que llegue la tecnología de manos de empresas extranjeras?… ¿Y/o se pedirán créditos para poder adquirir la tecnología? El radio-taxi que no esté preparado simplemente deberá cambiar o cerrar el giro. El problema es que yo aún no veo la suficiente preocupación en este tema.

Lo único que demora ahora el cambio son las múltiples pruebas de los sistemas que se están realizando para mejorarlos, lo que básicamente consiste en probar una y otra vez los coches en ciudades urbanas congestionadas, con lluvia, niebla, nieve o hielo, hasta que la autoridades digan, ok, es un transporte seguro. Y eso, mucho más temprano que tarde, ocurrirá.

Ricardo González

TAXIS AUTÓNOMOS (1)

octubre22

Hace unos tres años, leí en una entrevista decir, a uno de los encargados de google del área de coches autónomos, que para una empresa de radio taxi pasar de lo tradicional a coches sin conductor equivalía a un ahorro mensual del 30 por ciento sólo por el concepto de sueldos del conductor.

Y yo lo primero que pensé fue: «Ah, eso termina con el problema«

Y con «el problema» me refería a conductores desaseados, flojos, pillos, incompetentes, de mal carácter y/o mal educados y que pululan en este rubro, porque nadie los puede fiscalizar en la calle. Cualquier intento de control sobre ellos es desde siempre absolutamente insuficiente.

Si lo pensamos bien, en el fondo este es un merecido final para taxistas y conductores mediocres y un buen avance para los clientes.

Ricardo González